jueves, 22 de julio de 2010

Testimonios irrefutables

 Urquiza apuntó contra Aguad

Por Nicolás Siadis y Clarise Sánchez

El testimonio de Alberto Caccopardo dio inicio a la octava audiencia en el Juicio a Videla, en el que se juzga la actuación del personal de la Unidad Penitenciaria Nº1 y del Departamento de Informaciones D2 durante la última dictadura militar. El testigo, de 61 años, fue detenido en abril de 1976 junto a su esposa María Eugenia Irazuzta, quién luego fuera asesinada a los pocos días de la detención en un supuesto intento de fuga del D2.

“Yo militaba en una agrupación universitaria llamada Tupac y luego en el partido Vanguardia Comunista en Capital Federal, había una necesidad social de generar alternativas, en 1971 llegué a Córdoba y comenzamos a trabajar en la recuperación gremial luego del Cordobazo”, afirmó Caccopardo.
“Esta dictadura irrumpió para cuidar los intereses económicos. Atrás de Videla estaba Martínez de Hoz y los meses siguientes al golpe descabezaron todos los gremios de las fábricas para cambiar el modelo económico”.

El inicio del testimonio fue la parte más emotiva del relato, en la que el testigo comentó la relación que tuvo con María Eugenia, a quién sus allegados llamaban Ivón.  “Su vida estaba dispuesta a ayudar a la sociedad, había ido a cosechar la vendimia porque quería ver y acompañar a los sectores más desprotegidos, nuestra relación más allá de lo sentimental tenia proyección social”.

Detención en la D2

Al momento de la detención, en abril de 1976, la pareja se encontraba en el domicilio de Caccopardo ubicada frente al sindicato Luz y Fuerza. Luego de revisar la casa son trasladados al departamento de informaciones D2 en un patrullero con identificación policial. “Al llegar al D2 ingresamos al infierno trágico, nos vendaron los ojos y comenzaron a golpearnos”. Durante la estadía en ese lugar pudo reconocer a el “gato Gómez”, quién los hacía saludarlos con el saludo del nazi.

El 30 de abril, día en que es asesinada su mujer junto a otros dos detenidos, los oficiales del D2 hablaban de que los detenidos se habían querido escapar, que había que “traer los tachos y limpiar”. Luego del hecho el testigo comenta que se acercaron los guardias y le dijeron “ahí quedó el viudito, el próximo sos vos”.


Luego, y ante el reconocimiento del cuerpo por parte de una amiga de María Eugenia, quedó comprobado que por la condición en que se encontraba el cadáver era imposible la teoría del intento de fuga. “Este fue el primer caso durante la dictadura en que se implemento esta metodología”, comentó Caccopardo.


El 4 de mayo es trasladado a la UP1, donde la metodología aplicada a los detenidos eran requisas constantemente y golpes. Es en esta dependencia donde el testigo conoció al imputado Gustavo Adolfo Alsina. “En un momento entra Alsina a nuestra celda y reconoce a un detenido; ahí nos permitió mirarlo a los ojos. Nos dijo que íbamos a caer todos de a poco y que nadie iba a salir vivo de la cárcel”.

Bauducco y Moukarzel

El día en que es asesinado Raúl Augusto Bauducco, el testigo relato que todo el pabellón 6 fue trasladado al patio para una requisa. Ahí los detenidos fueron colocados contra la pared y golpeados, en ese momento Caccopardo vio caer a una persona al piso a pocos metros de él. En ese momento los detenidos no sabían quién había muerto, luego se dieron cuenta que faltaba Bauducco. “Posteriormente supimos que Moner Ruíz estuvo a cargo de esa requisa” afirmó.


“Ahí comienza la insistencia de un cabo que le decía levantáte o te mato y ante la falta de respuesta escuchamos un tiro y vimos posteriormente la sangre que corría por una canaleta al frente nuestro”.

El  otro hecho relatado por el testigo es el episodio de Moukarzel. Comentó que una noche muy fría escucharon que en el patio estaban clavando algo. “Posteriormente vimos por una ventanita a Moukarzel que estaba estaqueado, esto molestó a Alsina y nos ordenó que dejáramos de mirar”.  A la mañana siguiente intentaron saber que había pasado con Moukarzel y les informaron que había muerto.


En septiembre del ´76 llevaron a Caccopardo a declarar ante un fiscal quien le leyó la causa que se había hecho en su contra por asociación ilícita y ahí se enteró que Irazuzta estaba muerta. Al año siguiente es llevado ante otro tribunal que lo interrogó estando vendado, “me da la sensación que vos tenés que estar un tiempo más” es lo que le dijo su interrogador luego de las declaraciones.

Posteriormente, el testigo declaró ante un representante de la Cruz Roja en el año 1978 que las condiciones a las que estaban sometidos los detenidos eran Infrahumanas, estas declaraciones le ocasionaron estar un año más detenido. Luego se enteró que a su familia le dijeron que no había recuperado la libertad porque “habló demasiado con la Cruz Roja”. Cabe aclarar que en este momento ya se encontraba a cargo del Poder Ejecutivo Nacional.


Tras ser trasladado a la Unidad 9 La Plata, el testigo logra recuperar su libertar en 1979 y decide radicarse en el sur del país. De profesión decente, hoy es director de una escuela que paradójicamente lleva el nombre “Abuelas de Plaza de Mayo”.


“Hoy como docente, trato de formar a las nuevas generaciones para que nunca más vivan el horror que vivimos. Como director siempre pienso que haber ocupado el estado de la forma en que lo ocuparon estos señores, es algo doloroso para toda la sociedad”.

En un sólido testimonio en el que Caccopardo reconstruyó la experiencia de su detención clandestina durante la dictadura, incriminó directamente a Alsina a quien afirmó no solo haberlo visto reiteradamente en la UP1,  sino también participando personalmente en las torturas que le provocaron la muerte a José René Moukarzel.

Urquiza tiró contra Aguad

Al reanudarse el juicio por la tarde declaró Luis Alberto Urquiza quien al momento de su detención, 12 de noviembre de 1976, se desempeñaba como agente del departamento de Informaciones Policiales (D2) y estudiaba psicología. Lo acusaban de infiltrado y de haber robado armas.
Quien es querellante y testigo en la causa Menéndez ex Gontero, contó sobre el día de su detención. Relató que el suboficial Salgado llegó a su casa de Villa Allende y le pidió que lo acompañara porque Telleldín necesitaba hablar con él. Cuando entraron a la guardia, le solicitaron que entregue el arma y con las esposas puestas lo llevaron a una pieza donde lo empezaron a ahogar con agua.

El testigo reconoció a los imputados Yanicelli y Jabour como algunos de sus torturadores. Dijo que el lunes 15 de noviembre, tres días después de su detención, lo colocaron vendado en el centro de un grupo de hombres que lo pegaron y cuando se caía lo levantaban de los pelos. Urquiza aseguró que reconoció a los imputados nombrados por la voz. Anteriormente expresó que el gato Gómez, su primer día detenido, le dijo que con él todos hablan. También reconoció a la Cuca Antón como integrante del “personal de calle”.
Luego de sus días en la D2 fue trasladado al campo de la Rivera donde siguieron las torturas. El 8 de diciembre fue llevado a la UP1. Durante el mundial del 78 junto con 16 personas más fue llevado al campo de la Rivera donde les exigieron que no debían informar a la comisión de la cruz roja sobre lo que ocurría. Después volvieron a la cárcel.

El testigo contó que al ser liberado viajo a Dinamarca por su seguridad y volvió en el 97. Ese año se enteró que Yanicelli seguía trabajando en la policía de Córdoba, “era jefe de inteligencia criminal”. Al conocer esto se acerca al diputado Casioli quien se encargaba de una investigación sobre los cuerpos enterrados en San Vicente.

Luego se acercó a quien en su momento era ministro de seguridad, Oscar Aguad. Después de que el testigo apareció en varios medios presentando su indignación por la continua actividad de Yanicelli, Aguad le dijo que “usted hace un perfil bajo o yo no le puedo garantizar su seguridad (…) yo no puedo hacer una sangría en la policía o se me levanta la infantería”. Por amenazas continuas volvió a Dinamarca.

Con respecto al ex gobernador Ramón Mestre, en referencia a lo sucedido en el 97, dijo que Mestre había dicho que Yanicelli le “ayudaba a desestructurar los cortes de ruta en Cruz del Eje”. Esto declaró cuando el presidente del tribunal le pregunto a que atribuía la complicidad de los políticos que él estaba asegurando, dijo que había intereses.

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