El dictador volvió a reivindicar sus crímenes
En el juicio por el fusilamiento de 31 presos políticos de la UP1, Jorge Rafael Videla habló sin arrepentimientos y dijo que “los enemigos de ayer están hoy en el poder” e “intentan establecer un régimen marxista”. Esta tarde se conocerán las sentencias.
por Waldo Cebrero
Desde Córdoba
“Los enemigos de ayer están hoy en el poder y desde él intentan establecer un régimen marxista, a la manera de Gramsci, que puede estar satisfecho de sus alumnos”, dijo el dictador. Sentado en la primera fila del banquillo de acusados, Jorge Videla ofrecía la imagen de un anciano achacado, con el cuerpo doblado por los años. En el juicio que enfrenta desde hace seis meses y que hoy llega a su fin, se lo vio dormitarse sobre el hombro de Luciano Benjamín Menéndez, también imputado junto a otros 28 represores. Pero cuando habló, como lo hizo ayer ante el Tribunal Oral Federal 1, su cuerpo adquirió la posición rígida y marcial de otros tiempos, y de su voz afloró el tono castrense y amenazante, con el que volvió a reivindicar los crímenes de la dictadura.
Videla habló por cuarta vez desde que se inició el proceso, en un día plagado de expectativas por la inminente sentencia del tercer juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba. Tras una semana de receso, la sala se volvió a colmar para escuchar las últimas palabras de los imputados, cuyo discurso inaugural lo dio el principal acusado de la causa. Afirmado sobre un atril, de cara al tribunal, Videla extendió su alegato durante 50 minutos. Volvió a hablar de “una guerra interna”, desconoció al tribunal por considerar que no son sus “jueces naturales” y sostuvo la teoría de los dos demonios, para argumentar su versión de la historia reciente y justificar los crímenes del terrorismo de Estado. “La Constitución nacional guarda luto por la República desaparecida”, dijo, para estupor de los presentes.
Como un audio calcado del Juicio a las Juntas, que acaba de cumplir 25 años, la voz de Videla repitió los mismos argumentos que usó en aquella ocasión. Como en aquel juicio histórico, también se espera que reciba la máxima pena.
Occidental y cristiano
Desde que el dictador habló por primera vez en el juicio, se mostró atento a contar su particular versión de la historia reciente, tratando de dejar un mensaje “hacia el futuro”. Esta vez, no fue la excepción: “Les quiero hablar a los jóvenes, que están manipulados por una propaganda artera, que desvirtúa nuestro pasado”, dijo el represor, que olvidó mencionar en su relato de la historia los fusilamientos sistemáticos de los presos políticos, los centros clandestinos, el robo de bebés y la sucesión de delitos económicos. “No fue una guerra sucia –repitió Videla–, sino una guerra justa en la que salvamos al país de ‘los jóvenes idealistas’ que quisieron imponer una cultura ajena a nuestro tradicional estilo de vida, occidental y cristiano.”
El dictador Videla aseguró además que en febrero de 1976 se reunió con el entonces titular de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín, y que durante ese encuentro el dirigente le preguntó si las Fuerzas Armadas iban a intervenir “cuanto antes” para evitar “una larga agonía a la República”. “Inteligentemente, el señor Balbín supo interpretar mis silencios”, remató, sugiriendo que Balbín estaba enterado de lo que vendría.
El edificio en el que se desarrolla el juicio está enclavado en plena ciudad universitaria de la capital cordobesa. Buena parte de los que asistieron a las audiencias fueron estudiantes, que escucharon a más de 80 sobrevivientes de la UP1 relatar la crueldad que reinó en la cárcel desde que el Ejército asumió su control. De ese relato unánime también surgió que las responsabilidades militares en los crímenes fueron compartidas por los funcionarios de la Justicia Federal, que tenía su cargo a los detenidos, por la Iglesia y gran parte de la clase política de Córdoba.
Junto a Videla, una docena de imputados hizo uso del derecho a la última palabra. Como habían acordado entre los acusados, Luciano Benjamín Menéndez cerrará hoy por la mañana la ronda de intervenciones, previo a que el tribunal dicte la sentencia, hacia las cinco de la tarde. Para participar de las últimas audiencias del juicio, llegó a Córdoba el abogado y Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que además es uno de los primeros querellantes de la causa UP1, junto con la doctora María Elba Martínez, representante del Serpaj en Córdoba. Tras escuchar a los imputados, Pérez Esquivel repudió los dichos del dictador y recordó que “antes de que este gobierno anulara las leyes de impunidad, había que acudir los tribunales internacionales para buscar justicia. Este juicio que condena a Videla –concluyó– es emblemático a escala mundial”. Hoy por la tarde, cuando el tribunal comience a leer las condenas, se cerrará un proceso que se inició con la vuelta a la democracia y que pone a Jorge Rafael Videla en el lugar que viene esquivando desde hace 25 años.
En el juicio por el fusilamiento de 31 presos políticos de la UP1, Jorge Rafael Videla habló sin arrepentimientos y dijo que “los enemigos de ayer están hoy en el poder” e “intentan establecer un régimen marxista”. Esta tarde se conocerán las sentencias.
por Waldo Cebrero
Desde Córdoba
“Los enemigos de ayer están hoy en el poder y desde él intentan establecer un régimen marxista, a la manera de Gramsci, que puede estar satisfecho de sus alumnos”, dijo el dictador. Sentado en la primera fila del banquillo de acusados, Jorge Videla ofrecía la imagen de un anciano achacado, con el cuerpo doblado por los años. En el juicio que enfrenta desde hace seis meses y que hoy llega a su fin, se lo vio dormitarse sobre el hombro de Luciano Benjamín Menéndez, también imputado junto a otros 28 represores. Pero cuando habló, como lo hizo ayer ante el Tribunal Oral Federal 1, su cuerpo adquirió la posición rígida y marcial de otros tiempos, y de su voz afloró el tono castrense y amenazante, con el que volvió a reivindicar los crímenes de la dictadura.
Videla habló por cuarta vez desde que se inició el proceso, en un día plagado de expectativas por la inminente sentencia del tercer juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba. Tras una semana de receso, la sala se volvió a colmar para escuchar las últimas palabras de los imputados, cuyo discurso inaugural lo dio el principal acusado de la causa. Afirmado sobre un atril, de cara al tribunal, Videla extendió su alegato durante 50 minutos. Volvió a hablar de “una guerra interna”, desconoció al tribunal por considerar que no son sus “jueces naturales” y sostuvo la teoría de los dos demonios, para argumentar su versión de la historia reciente y justificar los crímenes del terrorismo de Estado. “La Constitución nacional guarda luto por la República desaparecida”, dijo, para estupor de los presentes.
Como un audio calcado del Juicio a las Juntas, que acaba de cumplir 25 años, la voz de Videla repitió los mismos argumentos que usó en aquella ocasión. Como en aquel juicio histórico, también se espera que reciba la máxima pena.
Occidental y cristiano
Desde que el dictador habló por primera vez en el juicio, se mostró atento a contar su particular versión de la historia reciente, tratando de dejar un mensaje “hacia el futuro”. Esta vez, no fue la excepción: “Les quiero hablar a los jóvenes, que están manipulados por una propaganda artera, que desvirtúa nuestro pasado”, dijo el represor, que olvidó mencionar en su relato de la historia los fusilamientos sistemáticos de los presos políticos, los centros clandestinos, el robo de bebés y la sucesión de delitos económicos. “No fue una guerra sucia –repitió Videla–, sino una guerra justa en la que salvamos al país de ‘los jóvenes idealistas’ que quisieron imponer una cultura ajena a nuestro tradicional estilo de vida, occidental y cristiano.”
El dictador Videla aseguró además que en febrero de 1976 se reunió con el entonces titular de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín, y que durante ese encuentro el dirigente le preguntó si las Fuerzas Armadas iban a intervenir “cuanto antes” para evitar “una larga agonía a la República”. “Inteligentemente, el señor Balbín supo interpretar mis silencios”, remató, sugiriendo que Balbín estaba enterado de lo que vendría.
El edificio en el que se desarrolla el juicio está enclavado en plena ciudad universitaria de la capital cordobesa. Buena parte de los que asistieron a las audiencias fueron estudiantes, que escucharon a más de 80 sobrevivientes de la UP1 relatar la crueldad que reinó en la cárcel desde que el Ejército asumió su control. De ese relato unánime también surgió que las responsabilidades militares en los crímenes fueron compartidas por los funcionarios de la Justicia Federal, que tenía su cargo a los detenidos, por la Iglesia y gran parte de la clase política de Córdoba.
Junto a Videla, una docena de imputados hizo uso del derecho a la última palabra. Como habían acordado entre los acusados, Luciano Benjamín Menéndez cerrará hoy por la mañana la ronda de intervenciones, previo a que el tribunal dicte la sentencia, hacia las cinco de la tarde. Para participar de las últimas audiencias del juicio, llegó a Córdoba el abogado y Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que además es uno de los primeros querellantes de la causa UP1, junto con la doctora María Elba Martínez, representante del Serpaj en Córdoba. Tras escuchar a los imputados, Pérez Esquivel repudió los dichos del dictador y recordó que “antes de que este gobierno anulara las leyes de impunidad, había que acudir los tribunales internacionales para buscar justicia. Este juicio que condena a Videla –concluyó– es emblemático a escala mundial”. Hoy por la tarde, cuando el tribunal comience a leer las condenas, se cerrará un proceso que se inició con la vuelta a la democracia y que pone a Jorge Rafael Videla en el lugar que viene esquivando desde hace 25 años.
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