martes, 19 de octubre de 2010

Periodista denunció la complicidad de diputados en los 90 con represores


Mariano Saravia reiteró que el diputado sabía en los `90 que el ex policía había sido parte del aparato policial del terrorismo de Estado.
 
El periodista y escritor Mariano Saravia reiteró hoy ante la Justicia que el actual diputado nacional Oscar Aguad (UCR) sabía en los `90 que el imputado Carlos "Tucán" Yanicelli había sido parte del aparato policial del terrorismo de Estado en Córdoba durante la última dictadura.

Saravia reiteró testimonios que relacionan a Aguad con Yanicelli al declarar en la audiencia 42 del juicio por delitos de lesa humanidad que tiene como principales acusados a los represores Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez.

Antes de tomar declaración a los testigos, el presidente del Tribunal Oral Federal número 1 (TOF1), Jaime Diaz Gavier, informó que Videla y Menéndez no asistirían a la audiencia por hallarse internados en el Hospital Militar de Córdoba.

Actual director de Radio Nacional Córdoba, Saravia, es autor del libro La Sombra Azul, que recoge el testimonio del ex policía Luis Urquiza, torturado en el Departamento de Informaciones de la policía provincial (D2), con detalles sobre ese centro clandestino de detención y exterminio en el que revistaba Yanicelli.

Durante su relato, reiteró lo publicado en el libro sobre hechos de 1997, cuando el entonces fiscal de Estado Alberto Zapiola "le tiró en el escritorio (al entonces gobernador radical Ramón Mestre) una copia de las declaraciones de (Carlos Raimundo) `Charlie' Moore (ex preso político) en San Pablo, Brasil, en el que denunciaba a Yanicelli como uno de los torturadores del D2".

"Torturador". En esa oportunidad, según Saravia, Zapiola le dijo a Mestre: "Mirá, 'Gordo', a quién estás defendidendo, este tipo (que continuaba revistando en la policía de la provincia) es un torturador".

De acuerdo con el relato, Mestre le respondió a Zapiola que "el `milico' (apodo de Aguad, en esa época ministro de Gobierno en Córdoba) me dijo que era un tipo de confianza".
Luego, el entonces ministro de Gobieno "entró al despacho del gobernador y la discusión subió de tono y Aguad le dijo que (Yanicelli) es un tipo que está haciendo las cosas bien y Zapiola le contestó: yo no sé qué hace ahora, pero este informe dice que fue un torturador y vos (Aguad), no me digás si puede serlo o no porque vos, `milico', en los años 70 estabas jugando al rugby", relató el periodista.

Saravia dijo además que Yanicelli "fue considerado uno de sus mejores hombres por Mestre".
Recordó también que Luis Rébori, el ya fallecido ex rector de la Universidad Nacional de Córdoba e integrante de la Conadep-Córdoba, sostuvo en esa época que nadie que hubiese estado en el D2 "era inocente y era claro que nigún ministro o gobernador podía ignorar esto".

"A partir del la publicación del libro (2002), balearon el frente de mi casa, pusieron una cruz esvástica y se llevaron mi perra, que la hacían ladrar cuando me llamaban por teléfono, pero cuando hacia la denuncia, en la policía me decían que eran intimidaciones y no una amenza", narró Saravia.

Añadió que "la gente del D2 había sido denunciada por Moore en el 80 y por Urquiza en Madrid" por el empleo de torturas.
Posteriormente prestó declaración el jornalero Omar Astudillo, quien se limitó a relatar que conoció al imputado Luis David Merlo cuando éste formaba parte de la custodia del domicilio del ex jefe de la policía provincial comisario Raúl Pedro Telleldín, alias "El 1", ya fallecido.

Palombo recordó tres guardias: a Jorge Pérez, un karateca que practicaba con su cuerpo, a "Juan" y a "Kunfito". Sin embargo, el caso más conmocionante fue el soportado por Pedro Galeano, alias el Correntino. "Lo torturaban haciéndole la plancha, lo agarraban entre varios, lo tiraban hacia arriba y lo dejaban que caiga y pegué directo en el piso, cada vez que hacían eso, temblaba el techo del sótano", recordó Palombo. También mencionó a Rubén Vilber, el Pelado, "que tenían todo la cabeza quemada y con heridas, con quien se ensañaron por su apellido judío". "A Galeano lo llevaron con nosotros, destrozado a la Cárcel de Encausados: le habían destrozado el ano con un espéculo. Pero dias después lo buscaron y se lo llevaron, para decir que había muerto en un enfrentamiento".

Vivono cerró la jornada. El mismo testimonió su secuestro ratificando lo dicho por Antelo, y su cautiverio en el SI. Recordó las torturas a las que fue sometido y que "entre las sesiones de tortura escuchó la de Esteban Mariño, al propio Jorge Palombo, a Adrián de Rosa, a Carlos Martin, a la familia Ferrari que eran dos señores mayores y un hijo de ellos que era un adolescente que no superaba los 16 años; además de Patricia Antelo y Virginia Molina que tenían 17 años", dijo el testigo

Vivono relató también su paso por la Unidad 3 donde conoció a Daniel Gorosito y su cautiverio en la Cárcel de Coronda. Finalmente hizo mención a que después de 30 años sigue encontrándose en la calle con los autores de estos crímenes.

"El alto nivel de las declaraciones testimoniales nos desafían en lo personal y profesional permanentemente para estar a la altura de quienes representamos", señaló su abogada Gabriela Durruty. Asimismo dijo la letrada "a pesar de que el tribunal excluyó a Elida Luna como querellante, Daniel Gorosito su compañero, es una de las personas más presentes en la sala de audiencia".

jueves, 14 de octubre de 2010

Se reanudó el juicio a Videla con la declaración de una testigo

Se trata de la docente Lilia Rosa Bruno, detenida meses antes del golpe de Estado. La maestra declaró en el juicio oral contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos que se desarrolla en Córdoba

Este martes declaró la docente jubilada Lilia Rosa Bruno como testigo en el juicio oral, que se realiza en Córdoba, contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad. A continuación, algunos tramos de su declaración.

“Fui detenida el 24 de mayo de 1975 en mi casa,  en el barrio Maipú, por  un grupo de tareas de 11 o 13 personas. Cortaron la avenida una hora antes, según dicen los vecinos, entraron por los techos, por el patio y por la puerta de entrada. No tenía idea de que podía ser detenida.”

“Tenía 20 años, estudiaba Ciencias de la Información y Magisterio. Vivía con mis padres adoptivos y el hermano de mi mamá. Todos muy grandes. Hasta que me  encontraron a mí, los golpearon, los empujaron y los tiraron al suelo. Pedían por mí. Cuando dieron conmigo me llevaron al dormitorio. El malo me tironeaba, me empujaba, y el bueno manejaba a los otros. El bueno era uno al que llamaban el 'capitán Coco'.”

“Me tomó muchos años darme cuenta que jugaban al bueno y al malo. Se llevaron mis apuntes de la universidad, afiches del 'Che' que yo dibujaba y pintaba y el libro Las venas abiertas de América Latina. Revisaron mi dormitorio, el de mi mamá. Yo trataba de sacarme mis ruleros, la ropa de fiesta, porque me iba a un casamiento.”

“Mi papá y mi mamá pedían explicaciones y los obligaron a sentarse y no meterse. Me permitieron ponerme un poncho y me llevaron esposada y vendada en un auto, en la parte de atrás. Antes de irme recuerdo haberles dicho a mis papás que esto se tenía que saber porque yo iba a desaparecer.”

“No sé de dónde lo saqué, porque en ese año, 1975, la gente era detenida pero salía. Volvían a aparecer por la facultad. Aunque estaba con los ojos vendados, me di cuenta que subían por la Isaza, daban vuelta en Ferroviario y pude armar el recorrido en mi cabeza.”

“Por el poco tiempo que duró el viaje me di cuenta de que podía estar en el Cabildo. Me hicieron pasar directamente a un patio interno donde había mucha gente. Me pusieron contra una pared y yo sentía el roce de otras personas. Quejidos, gemidos, respiración. Alguien me dio en la boca un cigarrillo. No me preguntaron si yo fumaba. Luego me llevaron varias veces a la oficina de entrada a la derecha. Allí habían personas vestidas de azul, policías. No como ellos que estaban con el pelo largo, barbas, gorros.”
“Allí el malo me pegó un culatazo en el abdomen y me preguntó si estoy embarazada. Me acusa de ser correo del ERP. Me vuelven a llevar al patio. Cada vez que el malo me golpeaba o me arrastraba de los pelos, el bueno le decía a él 'déjala, no la jodas'.”

“En mi cabeza, entre el susto, la desesperación y los veinte años, hice eso del bueno y el malo. Me aferré al bueno y le tenía al terror al malo.”

“Treinta años después cuando se presentó el libro La Sombra Azul vi a 'Coco' Damonte y supuse que era el, Juan Carlos Damonte, alias 'capitán Coco'. Fue mi represor personal, si se puede decir así.”

“Yo seguía insistiendo de donde me habían sacado. No recuerdo cuando me mostraron un papelito que yo misma había hecho. Mis padres eran muy grandes, no me dejaban salir ni ir a estudiar a otro lado. Yo convocaba a la gente a estudiar a mi casa. Hacía unos planos para explicarles a mis compañeros como llegar a mi casa.”

“Ese plano me lo mostraron. Yo creo que ellos pensaron que se iban a encontrar con otra cosa y por eso era el despliegue que no se correspondía  con una mujer de 20 años.”

“Yo nunca volví a ser la de antes. Recién llegada al D2 ya no me acordaba de los nombres de mis compañeros ni de sus sobrenombres. Creo que mi memoria hizo algo para que yo no los pudiera delatar. Siempre pienso que si yo hubiera pasado por lo que pasaron otros, no se si no hubiera hablado.”

“Allí vi, en una celda a un compañero  mío de la facultad tirado, todo ensangrentado. Lo reconocí porque era asiduo de mi casa y nos gustábamos mutuamente. El había estado esa mañana en mi casa.”

“Después, con los años,  yo traté de saber quién era, fui a la facultad a ver quien estudiaba de Bell  Ville en 1975 pero no lo pude saber. También vi una placa de estudiantes desaparecidos  y había uno con el apodo Leru  y creo que puede haber sido él.”

“Una noche se llevaron a mucha gente yo me quise ir con ellos pero no me dejaron. Fue una noche larga y muy fría. El malo pasaba, me tocaba, me manoseaba, me tiraba de los pelos, y me dijo que íbamos a estar solos y que allí lo iba a conocer de verdad.”

“Damonte me parecía mayor. No sé si era porque yo era muy joven, pero tenía barba y un poco de sobrepeso. Una vez pedí ir al baño y me llevaron así, de vestido largo, vendada, esposada a un excusado y me las tuve que arreglar para ir al baño con las manos esposadas atrás. Ese excusado no está ahora en el D2.”

“Después me llevaron a la cocina. Había dos personas.  El malo me tapo la cabeza con  mi poncho y empezó a jugar a la ruleta rusa. Nunca supe si había una bala  o no. Cuando me saco el poncho fue tan bruto que me saco también la venda.  Ahí lo pude ver al malo, fue la segunda vez, la primera en mi casa. El rostro era de piel morena, el cabello oscuro, los ojos también, con expresión diabólica.”
“Mi atención estaba fijada en Damonte. Ellos ya habían logrado que yo entrara en la variante del bueno y el malo. Mi cabeza solo pensaba como salvarme. Lo que ocurrió no me enorgullece. Cuando yo me di cuenta que el bueno se levantaba y que no había nadie, yo me tire arrodillada al bueno y le pedí por favor que no se fuera que si él se iba, el malo me iba a violar.”
“Me dijo que mi papá estaba sentado en la plaza y que con mucha inocencia había traído cosas para que yo me cambiara y que comiera.”

“Me dijo que había rumores de que me iban a soltar por la noche.”
“Te van a hacer firmar una declaración. Si  vos no lo firmas te van a tirar un tiro por la espalda.”
 “Me pase la mañana pensado que hacer si firmar o no. Aparecieron al mediodía con asado y me dijeron que cocinara .Yo no sabía cocinar así que metí  la carne al horno con sal y después ellos comieron y me ofrecieron comer. Yo no quería comer pero no estaba para decir que no y picotee algo.”
“Llego la nochecita, me llevaron a la sala de entrada, me leyeron una declaración que no tenía nada que ver conmigo. Decía que yo era correo del ERP. Les dije que eso no lo iba a firmar de ninguna manera. Yo era muy inocente,  no sabía de la picana, no me habían violado.”
“Me agarraron de los pelos y me llevaron de nuevo adentro  y me dijeron que yo iba a pagar por no haber firmado.”

“Después me volvieron a sacar adelante y había otra declaración que si era real. De lo que habían sacado de mi casa, de mi participación en las asambleas, de mis amigos de ERP y del PRT, que yo participaba en toda las marchas. Me soltaron.”
“Yo no me quería ir porque sabía que afuera me esperaban las otras opciones. A los empujones me sacaron  y empecé a caminar hacia la plaza.  Ahí vi una sombra escondida detrás de la estatua de Esquiu y yo creía que era el policía joven.”

“Allí entró un auto con las luces altas y yo no podía ver quién era. Me quede inmóvil, espere. La sombra desapareció, se bajo alguien,  vi que era Damonte y me dijo subí.”
“Dio la vuelta ahí mismo, vi a mi papá, le dije ahí está mi papa. No me dio bolilla.  Me llevo a mi casa. Ahí estaba todo el vecindario con mi mama.  No podían creer que fuera guerrillera.”
“Le dijo a mi mama que yo no saliera de mi casa, que abandonara Ciencias de la Información , que quemara todo lo de la facultad y se fue.”

“Mi papa quemó todo y me llamaron al médico del barrio que me revisó. Yo tuve un ataque de nervios y me dieron un Valium o algo así.”
“Una semana después apareció Damonte de nuevo por mi casa, me pregunto que había hecho en esos días, si había entrado en contacto con alguien. Se tomo un café y se fue.”
“Un día me tome un colectivo para pasar por la  plaza San Martín, me baje como para probarme a mi misma y ahí estaba Damonte. Me subió a un auto  lleno de armas  y me devolvió a mi casa.”
“Una vez me llevo camino al Aeropuerto  y me manoseo suavemente  y me  pregunto si yo era virgen, yo le dije que sí y nunca más me molesto en ese sentido.”

“Damonte desapareció. No supe nada mas de él.”

 Informe: Natalia Brusa

Declararon Tres testigos en el juicio a Jorge Rafael Videla

Se trata de Horacio Samamé, Guillermo Puerta y Juan Carlos Niveyro. Fue en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos.

Horacio Samamé, Guillermo Rolando Puerta y Juan Carlos Niveyro, declararonen el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto, Jorge Rafael Videla, y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el último gobierno militar.

A continuación algunos tramos de sus declaraciones:

Horacio Samamé
“Fui privado de mi libertad el 12 de noviembre, a las 10 de la mañana, en la escribanía  Martínez, ubicada en el pasaje Muñoz. Cuando voy saliendo de la oficina advertí que un grupo de personas, cuatro o cinco, venían avanzando hacia mí. Yo había sido policía y advertí que venían por mí.”
“Esas personas me llevaron al D2, sin decir los motivos reales. Se me dijo que eran investigaciones de la Policía y que quería conversar conmigo. Me llevaron de los brazos y de los precintos del pantalón, no toqué una baldosa de la peatonal.”
“Cuando entré al Pasaje Santa Catalina me di cuenta que íbamos a Inteligencia. Entramos al D2, me pusieron contra la pared, me vendaron, me esposaron. Fui empujado por una puerta vaivén. Se abrió esa puerta y entré a un mundo muy especial."

“Fui recibido a golpes y allí permanecí entre cinco y siete días. Uno pierde la noción del tiempo. Al principio, uno se tienta por las campanadas de la Catedral, pero después uno pierde la noción del tiempo.”
“Obviamente estábamos vendados. Recuerdo que en un momento estábamos sentados en el bondi, en unos bancos de cemento, y se acercó una persona, por la voz, estaba al lado de mí, reconozco a un ex compañero del curso de ingreso a la policía, de apellido Argüello.”

“Esta persona le pregunta: ¿Usted sabe quién soy yo? si usted es Rocha, y lo golpean. Se acerca a mí  y me pregunta lo mismo y yo le dije que no sabía pero recibo un golpe también."
“Esos días de permanencia en el D2, hubo sesiones de tortura de las más variadas, mojarrita, submarino seco, golpes, interrogatorios. Si tuviese que hacer un relato coherente de ese momento puedo suponer que es lo que se buscaba. La impresión mía era que había un grupo de personas desenfrenadas, sin una metodología, dedicados a golpear a otros."

“En esos días de permanencia en el D2  tenía la clara percepción que iba a ser muerto. Pensaba que no salía vivo. El trato era bastante cruel."
“Báscamente se nos interrogaba por supuestamente pertenecer al PRT y conformar una célula infiltrada en la policía de Córdoba. Esto no era así, yo fui policía hasta el año 1974.  A mi primo le dijeron que me diga que me vaya de la policía porque me iban a matar."

“Yo era policía en la ciudad de Hernando. Mis hermanos me obligaron a renunciar. Yo ingrese a la policía, porque estando en la facultad entro la policía y nos saco a los bastonazos, y pensé como era posible que la policía contara con personas que no estaban capacitadas y entonces pensé porque no entrar a trabajar, entré y me siento orgulloso porque fui un funcionario digno."
“Hoy en día yo trabajo con un sello y una lapicera y tendré que dar explicaciones a mis clientes si no lo hago bien, yo cuando era policía tenía una 11 45 en la cintura de mi dependía una vida."

“Siempre entendí que la violencia está regida por principios, Los señores que están sentados a mis espaldas, tienen que saber que yo compartí en una mesa de torturas con dignidad, se asignan el rol de combatientes."
“Fueron capaces de privarme momentáneamente de mi libertad ambulatoria pero no pudieron conseguir otros objetivos."
“Hablo de una institución a la que yo pertenecí. Como sociedad se debe tomar conciencia que hay gente que intenta prestarnos un servicio y que ojala lo hagan con la misma dedicación que lo hicimos mis compañeros."

“No voy a hablar de las torturas, sóolo decir que fui suficientemente torturado, es suficiente."

“Gómez quería que se supiese que era Gómez. Nosotros estábamos vendados. Yo particularmente trataba de mantener los ojos cerrados  porque me defendía mejor así. Me dio más resultado no saber, no ver cuando venía el golpe, era mejor."
“Era como una pelotita de juego electrónico que va rebotando por todos lados. Gómez era muy cruel. Se destacaba su descarga emocional. Se identificaba diciendo que con él todo el mundo hablaba, es un mentiroso porque yo no hable."
“Reconozco al imputado Gómez porque él se identificaba como tal porque el participaba en las sesiones de tortura. Si yo hubiera abierto los ojos todos mis instintos hubieran estado tensos los músculos para resistir el golpe. Yo era un muchacho de 20 años. Hoy soy un hombre de 56. Están las percepciones pero el relato puede ser distinto."

“Con respecto a la imputada Antón, recuerdo que estábamos en un patio en el D2, esposados, sin comida, nos hacíamos encima y en algún momento no aguante más y pedí agua. La que me da agua es la imputada Antón,  me daba con un latigo o con una soga y me decía traidor."
“Nosotros estábamos tabicados, con un trapo. Si no se ajusta periódicamente se va aflojando. Los propios movimientos de los músculos de la cara hacen que se desplace. Yo estaba en el piso y de ahí la veo. Era una mujer joven, y conserva las características fisonómicas de la imputada Antón."
“En una oportunidad me llevaron a una habitación para ser reconocido por una persona."
“Empezó una golpiza feroz, una de las sesiones de tortura más prolongada. Esa mujer me reconoce. Cobré como en la guerra."

“Cuando comienza la sesión de tortura uno “está en bolas”, uno no sabe cómo va a ser eso. Yo suponía una capacidad pulmonar. Contaba hasta treinta y ahí decían se nos va,  me levantaban y daba una bocanada de aire. Después de mi sesión de tortura yo no tenía duda de que me matarían matar. Cualquier persona recurre a lo que hay. Yo recé un Padrenuestro."
“Yo les dije que si me mataban, era una lástima. Yo pedí que si iba a morir que fuera dignamente. Morir con dignidad. Ud. podrá decir que era alucinación, o producto de la tortura o cualquier cosa pero yo escuché alguien que me dijo, yo creo que hablé con Dios- no tengo ninguna duda, y me dijo “vos estás en mis manos, yo decido."

“Y así pude transitar, con paz, si yo le dije que pasé por las sesiones de tortura y no guardo recuerdo. Casi le digo que controle mis sesiones de tortura. Llegué a transitar un estado de misticismo. Llegué a pensar que si me baleaban, las balas iban a entrar y salir."
“En el momento que yo estuve detenido le pegan un balazo a Luis Urquiza, en la pierna. Había un revuelo, había gritos, decían se quiso escapar. Era materialmente imposible que una persona se hubiera querido escapar."
“Llegamos a Campo de la Rivera  muy golpeados. Nos llevaron en un camión militar, soldados y un teniente. Nos tiraron como bolsas de papa."
“Luis iba con la pierna infectada no había recibido tratamiento. Nos decían que estábamos como Los Pumas, golpeados, porque habían jugado en esos días contra los All Blacks y los habían hecho bolsa."

“En Campo de La Ribera había un detenido Acosta que era médico. Estábamos sin ropa, yo le lavo el pantalón, y ahí Luis me cuenta que hurgaban en la herida.  Describía la sensación de la sangre. La tibieza de la sangre es algo que no se puede olvidar nunca."
Lo tiraron en un baño o una cosa así hasta que se lo llevaron. Este muchacho Acosta entiendo yo, que es el que paró esa infección."
“Acosta era un detenido sin venda. Creo que estaba en otras condiciones  que nosotros. La situación en Campo de la Ribera era otra, más tranquila. No recibí golpes en Campo de la Ribera."
“El que interrogaba decía que nuestra causa era un puterío de la policía. No recuerdo si firmé algo o no. Tuvimos un Consejo de Guerra en el año 1978."

“Fuimos llevados de la UP1, la primera vez en muy malas condiciones, al Tercer Cuerpo de Ejército. Allí nos informaron que teníamos un Consejo de Guerra, ingrese a lo que sería el Tribunal y la primera impresión que tuve fue muy extraña. Me hizo acordar a Kafka. Había un estrado muy alto, una bandera argentina y un Cristo."
 “Había militares y gente de fuerza, me dicen que había gente armada atrás mío. Yo dije buen día, y me contestaron buen día. Yo pensé: que educados."
“Tuve un defensor que era un teniente, mi hermano también tuvo un teniente como defensor, él lo conocía del Liceo."

“Lo concreto es que el Tribunal nos absolvió, y a partir de allí volvimos a la UP1, estábamos a disposición del AREA 311. Nunca pudimos estar a disposición de la Justicia federal, ni el PEN."
“Las condiciones de traslado cuando volvimos a la UP1 fueron diferentes, ya volvimos sentados. Cambió la actitud de las personas que nos habían llevado primero con medidas de seguridad bastante extremas."
“El trato fue más correcto, vi por primera vez el Estado. Hacía dos años que no veía movimiento. Recupere la libertad el 8 de agosto de 1978."

Cruce  la puerta del penal  a las 14.30 hs. Si uno pudiera fijar los hechos más importantes de la vida, cuando uno nace, cuando uno muere. Ese día nos fuimos mi hermano, Arguello y Arnau.  Urquiza quedó un tiempo más”.

Guillermo Rolando Puerta
Posteriormente declaró el testigo Guillermo Rolando Puerta. Dijo que fue detenido el 30 de octubre de 1976, que volvía a su casa, un departamento sobre calle 27 de abril, casi Cañada, en el centro de Córdoba. Manifestó que venía de las sierras de Córdoba, con varios libros, y que cuando entró lo estaban esperando varios conscriptos y un teniente, todos uniformados. Agregó que tenían detenida a su hermana y a otros tres compañeros de la facultad de Arquitectura; en un Unimog los llevaron a La Ribera, donde fueron golpeados, y luego lo metieron en un baúl y lo llevaron a La Perla. A continuación, parte de su declaración:

“Recuerdo a Barreiro, que me tomó de los pelos para interrogarme, después de la picana.”
“Estuve poco tiempo y me volvieron a llevar a La Ribera. Después de diez días me mandaron a la UP1. Fui uno de los últimos presos políticos en abandonar esta cárcel, en 1978. Ese mismo año presencié la visita de la Cruz Roja y recuerdo cómo Barreiro los arengó dentro de la cárcel: ‘Ustedes, que son tan antimperialistas, no pueden aceptar la visita de una multinacional de los derechos humanos’.”
“Luego pasé por las cárceles de Sierra Chica, Rawson y La Plata.”
“En septiembre del ‘76 había cerca de cien presos políticos. Me pusieron en el Pabellón 7. En Semana Santa me pasaron al 9. Fui el último en ser trasladado. Ahí me encontré con Porta, que venía de La Perla. Porta me contó que cuando lo interrogaban en La Perla él les dijo que Puerta no tenía nada que ver. Cree que por eso está vivo. A Porta lo volvieron a llevar a La Perla, para hacerle un Consejo de Guerra. Yo continúo en la UP1 hasta que me trasladaron en el ‘78 y casi no quedaban presos políticos en Córdoba.”

“En septiembre de 1983 me dieron la libertad.”
“Mi novia aun está desaparecida.”
“El año pasado declaré en el juicio contra Olivera Róvere y Riveros.”
“Declaré también en el juicio a las Juntas.”
“Escribí el capitulo de presentación del informe CONADEP Córdoba.”

”Mi madre era geóloga y secretaria de Minería de Catamarca. Por eso tenía contacto con militares, por el uso de explosivos. Así tenía reuniones con militares de Inteligencia.”
“En mi celda estaba con Oscar Samamé. Era un fumador empedernido.”
“En total había siete policías en mi celda. Ludueña, Almeida, Urquiza, Ursagasti, Arnau, Argüello.”
“En La Ribera estuve junto a Braulio López, de los Olimareños.”
“En el año ’88, ‘89 no me querían entregar el pasaporte. Toqué a algunos senadores y di con mi legajo de la Policía Federal, donde estaba todo el prontuario de Inteligencia, con el sello ‘DTS’: delincuente, terrorista, subversivo.”
 “Mientras estuve en La Ribera me pidieron que escriba un informe a máquina sobre el plan económico de Martinez de Hoz. Finalmente no lo escribí. Cuando me sacaron las vendas pude ver a uniformados y civiles.”

Juan Carlos Niveyro
Luego declaró Juan Carlos Niveyro. Ex gendarme, llegó a Comandante Principal de Gendarmería y se retiró en el 2007. Niveyro era jefe de una de las secciones y comandaba un grupo de 30 hombres que debían custodiar el perímetro rotativamente cada diez días, fruto del conflicto con Chile. Niveyro integró la delegación que viajó a Minas Pirquitas, provincia de Salta. Fue en noviembre del ‘78, en el marco del “Operativo Reafirmación”.
 
Manifestó que entre los años 1978 y 1981 cumplió funciones en el Destacamento Móvil 3, con asiento en Villa María. El jefe del destacamento era el Comandante Colegia, dijo. El testigo aseguró no recordar nada más.
El defensor oficial Marcelo Arrieta, que representa al único gendarme imputado, San Julián, pidió que el testigo indique si la Gendarmería recibía órdenes del Ejército, pero el testigo no respondió. Dijo haber olvidado todo.
Luego de algunas preguntas, el tribunal ordenó pasar a un cuarto intermedio hasta el próximo 19 de octubre, a las 9.30.

Informe: Natalia Brusa

Videla se niega a escuchar la declaración de una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo

El ex dictador argentino Jorge Videla se negó hoy a escuchar el testimonio de una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo, quien declaró en una causa que investiga el robo de bebés durante el último régimen militar (1976-1983), informaron fuentes judiciales.

Videla, imputado en ese expediente y que seguiría la declaración por teleconferencia desde la provincia de Córdoba (centro), donde afronta otro juicio por delitos de lesa humanidad, fue autorizado por el Tribunal Oral en lo Federal 6 a ausentarse mientras prestaba testimonio María Isabel Chorobik de Mariani, una de las fundadoras de la entidad humanitaria, en un tribunal de Buenos Aires.

La misma actitud adoptaron Rubén Franco, Antonio Vañek y Jorge "el Tigre" Acosta, quienes, al igual que Videla y otros 21 imputados, son juzgados por el fusilamiento de 29 presos políticos en una cárcel cordobesa en 1976.

"Chicha" Mariani, de 86 años, compareció hoy ante los tribunales federales de Buenos Aires después de que sus abogados solicitaran a los jueces que le permitieran adelantar su declaración testimonial en esta causa que investiga el robo de recién nacidos, cuyo juicio comenzará en marzo próximo.

En su declaración, la mujer insistió en que Marcela Noble Herrera, hija adoptiva de Ernestina Herrera de Noble, dueña del grupo multimedia Clarín, es su nieta, Clara Anahí, secuestrada por la dictadura en noviembre de 1976, a los tres meses de edad.

"Siempre lo creí posible, pero cuando vi las fotos del casamiento de Felipe (el otro hijo adoptivo de Herrera de Noble) observé en Marcela muchos rasgos que son de nuestra familia. Su mano, por ejemplo, es exactamente igual a la mía", manifestó.

La señora Chicha Mariani sostuvo además que Juan Fiorillo, el policía que sacó a la bebé Clara Anahí de la casa donde fue secuestrada su madre, Diana Teruggi, fue "el mismo que llevó a Marcela a la familia Noble".

En esta causa están imputados los ex dictadores Jorge Videla y Reynaldo Bignone, además de los ex militares Santiago Omar Riveros, Jorge Acosta, Cristino Nicolaides, Antonio Vañek y Rubén Franco.

Al relatar el operativo en el que fue secuestrada su nuera Diana Teruggi, su nieta y otras tres personas, Mariani recordó que el entonces jefe de la Policía bonaerense, Ramón Camps, ordenó "llevarse" a la bebé para que fuera revisada en un hospital de la ciudad de La Plata, 50 kilómetros al sur de Buenos Aires.

"Posteriormente, Camps le dijo a un funcionario de la Universidad de La Plata al que recurrimos para que nos devolvieran a la bebé que no la buscáramos más porque estaba muerta", relató.

Dijo que siempre pensó que Marcela Noble era su nieta, pero más aún cuando la dueña del grupo Clarín se fue a Suiza con sus hijos adoptivos.

"Yo creo que lo hizo porque imaginó que nosotros íbamos a hacer algo con los datos que teníamos", sostuvo.

El caso del robo de Clara Anahí Mariani Terugi, que actualmente debería tener 33 años, fue uno de los primeros denunciados a la Justicia.
Según las Abuelas de Plaza de Mayo, unos 500 bebés fueron robados a sus padres durante la dictadura. La organización ha logrado hasta el momento restituir la identidad a 102 hijos de desaparecidos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Juicio a Videla: testigo dijo ante el tribunal que fue torturado por uno de los imputados

Se trata de José María Argüello, quien manifestó haber sido golpeado y torturado por el acusado Fernando Rocha. Fue en el juicio oral contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos que se desarrolla en Córdoba

Este miércoles declaró como testigo José María Argüello, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el último gobierno militar. A continuación, algunos tramos de su declaración.

José María Argüello.
“Mi padre era del diario Córdoba. Ingresé a la institución policial pensando que su función era prevenir y no lo que empecé a ver después”.

“Empecé a tener problemas con el grupo de Urquiza, Samamé, Zuñiga. Nosotros entendíamos que las Fuerzas Armadas servían para prevenir pero nos fuimos dando cuenta día a día que era otra la función. Me encontré intimado por el oficial Rocha sobre que ese no era un lugar para que yo estuviera, porque mis planteos eran inconvenientes”.
“Los policías salían con doble armadura. El arma oficial y el arma con numeración borrada, como anticipando lo que se venía con la dictadura militar”.
“En esa etapa se salía a sacarle plata la prostituta de la esquina”.

“Fui detenido el doce o diez de noviembre de 1976 en la vía pública. Tenía una amistad con Urquiza, Samamé y Zuñiga por no compartir con las viejas camadas que venían de la Policía. Nos juntamos para planear que hacer porque estábamos presionados. Por esas reuniones, yo fui a parar a la localidad de Rayo Cortado”.

“Fui detenido acusado de pertenecer a una célula extremista que quería volar la Jefatura. Días después fueron detenidos Urquiza y Zuñiga. Una mañana de 1977 mi madre fue a preguntar por mí, le dijeron que dejara a su hijo que era un trapo negro, un subversivo”.
“Estuvimos como 30 días en la D2, ahí fuimos trasladados al Campo de la Rivera. Éramos conducidos por un tal Dr. Acosta para que nos pudiéramos higienizar. Dentro de mi ser, no encontraba explicación.Alrededor de dos meses  estuvimos en La Rivera y luego nos llevaron a la penitenciaría, al pabellón de mediana seguridad. Para mí era un país en cárcel”.
 
“Fueron incontables las veces que entró el Ejército y la Gendarmería a la penitenciaría”.
“Hubo un Consejo de Guerra simulado porque nuestras declaraciones fueron falsas. Antes de ir, un compañero me tira un pullover naranja y cuando llego al Consejo de Guerra me gritan como serán de zurdos que vienen vestidos de naranja”.
“Nunca pensé que iba a llegar vivo a declarar ante un tribunal”.
“Una vez fuimos sacados en una Fiesta Nacional del Trigo, que venía Videla, y nos dijeron que si le pasaba algo al General Videla nos iban a fusilar. Estaba un muchacho hemipléjico, Fermín. Yo, agradezco esa cruz que tengo adelante para que esto no vuelva a pasar y que no desaparezca otro Julio López”.

“En el D2, cada quince minutos nos torturaban, nos picaneaban, nos golpeaban hasta hubo algunos violados. En el caso de Rocha, con la venda y todo, me dijo hijo de puta, yo sabía que te iba a agarrar, yo soy Rocha”.
“Yo estaba después de cuatro días de tortura, desfigurado, sin zapatos, desnutrido. Yo creo que él creía que de ahí no salía nadie vivo porque tuvo el atrevimiento de decirme su nombre”.
“Con respecto a mi detención eran las tres de la mañana yo iba caminando por el centro. Se me acercan tres personas y me dicen que pare, que les vacié la mochila  y me dicen “Nos podes acompañar?”Y me llevan al D2”.
“Yo no recuerdo si estaban de civil. Sacaron una credencial identificándose  como policías. Yo me sentí confiado. Fuimos caminando, no hubo maltrato ni nada pero cruzamos la puerta del D2 y ahí empezó todo. No me  ingresaron en el libro de guardia, me sacaron el arma, me tuvieron parado hasta el día siguiente, recién ahí me esposaron”.

“Urquiza insistió tres veces con ir al baño. Gontero estaba viendo el partido y vino. A mi me dijo a vos también te voy a llevar. Lo llevó y le dijo te voy a dar traidor  y ahí escuché el tiro. A mí se me vino el mundo abajo.
“Yo me vi obligado a firmar la baja estando en la Penitenciaría”.

Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba)