jueves, 30 de septiembre de 2010

Un coronel confirmó que había ley de fugas

Testimonio de Carlos Esteban en el juicio por el Tercer Cuerpo
 
Un oficial retirado del Ejército admitió ayer ante el tribunal que juzga a Jorge Videla, Luciano Menéndez y otros 29 represores que no existió durante la dictadura ningún ataque a los vehículos que trasladaban presos políticos desde la Unidad Penitenciaria 1. El testimonio del coronel Carlos Daniel Esteban, destinado en 1976 en el Tercer Cuerpo de Ejército, confirmó el carácter falaz de los comunicados sobre enfrentamientos con guerrilleros durante supuestos “intentos de fuga”, con los que se pretendió ocultar los fusilamientos de 26 detenidos por los que se realiza el juicio. Luego de escuchar a su ex subordinado, Menéndez se descompuso y fue trasladado a su chalet del barrio Bajo Palermo, donde purga junto a sus seres queridos cuatro condenas a prisión perpetua.

“Nunca sucedió ningún ataque a un convoy que trasladara detenidos, al menos que yo me haya enterado”, declaró Esteban, quien admitió ser “amigo” de algunos imputados y recordó que “salía a correr” con el coronel Osvaldo Quiroga. Veterano de guerra de Malvinas, destinado en 1976 en el Regimiento de Infantería Aerotransportada de Córdoba, Esteban contó que los presos eran trasladados en vehículos militares, que los mandos superiores estaban al tanto de cada movimiento y que él mismo estuvo en forma “esporádica” a cargo del grupo de guardias de apoyo a la seguridad interior de la cárcel. Admitió que era “habitual” que los militares ingresaran al penal y retiraran presos políticos, dato que desmiente la versión de varios imputados sobre el nulo contacto con los detenidos.

El coronel Esteban dijo haberse enterado “por comentarios” sobre la muerte de un preso en el patio del penal y apuntó que “por ser el jefe del penal” fue sancionado el ex mayor Gustavo Alsina. El dato fue confirmado luego por otro militar, el capitán retirado Abelardo Ramos Manso, y se relaciona con el asesinato por estaqueamiento, en una noche helada de julio de 1976, del médico René Moukarzel, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores.

Menéndez sufrió “una descompostura” durante el cuarto intermedio y fue trasladado a su casa, donde desde el 18 de agosto cumple arresto domiciliario. El presidente del tribunal, Jaime Díaz Gavier, informó luego que la salud del condenado había sido “constatada por un médico forense” y que la audiencia continuaría porque Menéndez era representado por su abogado, Alejandro Cuestas Garzón. Por la tarde fue el turno de Ernesto Pillalef, un ex preso político de la UP1 que identificó a Alsina y a Pedro Mones Ruiz como quienes “comandaban los grupos de tormentos” en la cárcel. “Eran torturas permanentes”, contó. Pillalef fue secuestrado el 10 de febrero de 1975 y trasladado al Departamento de Informaciones (D2) de la policía provincial. Durante su estadía en el D2, pegado a la Catedral cordobesa, supo que los policías “violaban a hombres y mujeres”. Luego fue enviado a la cárcel. Durante su cautiverio se produjeron todos los “traslados” de presos políticos que terminaban en fusilamientos. El testigo recordó cronológicamente los operativos de los que fueron víctimas varios de sus compañeros. También dijo haber escuchado el disparo del cabo Miguel Angel Pérez contra Raúl Bauducco, a quien ejecutó de un tiro en la cabeza en el patio del penal.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Menéndez dijo que es "víctima de un plan de desprestigio"

El ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, que también es juzgado en el proceso, pidió la palabra al tribunal. Fue en el juicio oral que se realiza en Córdoba contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos

En la audiencia de este jueves realizada en el marco del juicio oral contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros treinta imputados por delitos de lesa humanidad, el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez pidió la palabra. A continuación, algunos tramos de su declaración:

"Nuevamente he sido objeto de una injuria y una calumnia. La semana pasada, Antonio Canizo dijo que yo pretendía que Lokcman me diera dinero a cambio de su libertad. No iba a contestar nada hasta que me detuve en una reflexión: en los primeros dos meses de audiencia ningún testigo nombró a Lockman, y para los primeros 60 testigos Lockman nunca estuvo en la cárcel. Pero desde hace un par de semanas, Lockman es nombrado permanentemente, siempre por cierto como un honrado comerciante objeto de extorsión. Como este cambio de actitud tiene todas las características de un plan sistemático de desprestigio para conmigo y el Ejército, voy a desmentir esos dichos".

"Lockman no era el único comerciante rico de Córdoba, y ni a él ni a ningún otro se lo hizo víctima de una extorsión. Segundo, y para desvirtuar definitivamente toda esta mentira, va una anécdota: una vez me pidió una entrevista un compañero de promoción mío, que no voy a nombrar porque está muerto. De inmediato lo recibí me explico que había sido enviado por Lockman para ofrecerme colaborar monetariamente con el Ejército a cambio de su libertad. Dí de inmediato por terminada la entrevista, aclarándole a mi compañero que Lockman, con ese torpe e insolente intento de soborno,  había alejado por completo su  salida en libertad mientras yo fuera comandante".
"Efectivamente Lockman salió de la cárcel después de que yo pasé a retiro".


La declaración de dos testigos

Durante la audiencia también declararon dos testigos. A continuación, algunos tramos de sus declaraciones:


Juan Pasennheim

"Presté servicio en el Batallón de Comunicaciones 141, como jefe de sección. Sobre el traslado del detenido Delgado, vagamente recuerdo el rostro. No estaba amordazado".
"El traslado se realizó desde la Penitenciaría hasta la prisión del barrio San Vicente. Iba sentado en la caja del vehículo. Era el año 1976".
"Recuerdo que era un camino de acceso largo. En la guardia de la penitenciaria me recibieron al detenido. No tuvimos que esperar".
"Al mayor retirado Alsina lo conozco porque estaba en cuarto año del Colegio Militar cuando yo cursaba primer año".
"Quiroga fue oficial instructor mío en el Colegio Militar y compartí funciones en el estado Mayor Conjunto".
"Con el Mayor Daloia somos compañeros de promoción del Colegio Militar. En el año 1976 el jefe era el Coronel Anadón".


Eduardo Cesar Marion

"Soy coronel retirado de Comunicaciones. Fuí compañero del curso de Armas de Alsina y compañero de la escuela militar de Mones Ruiz".

"En el año 1975 estaba destinado en el Liceo Militar Paz. Mi función era la de instructor de cadetes. Las responsabilidades de un instructor en el liceo son muy delicadas, porque se trabajaba con pupilos".
"Hacíamos misiones de apoyo. Además, realizábamos rastrillajes, identificación de personas, etc. Una vez recibí la orden y la misión del traslado de un preso y lo hice, creo que era del ERP o Montoneros. Fui a la penitenciaria, me entregaron al hombre y lo trasladamos con las seguridades del caso. Lo dejamos en el Tribunal y luego  hicimos en proceso inverso, dejándolo de nuevo en la cárcel. Creo que el preso se llamaba Moyano. Estaba impactado porque era la primera vez que tenia que tratar con personas del bando opuesto".
"Sé que falleció una persona por comentarios en la penitenciaria, por haber sido expuesto a bajas temperaturas·.

"En el Liceo estaba a cargo de los cadetes de primero y cuarto año. El jefe de compañía era el teniente primero Figueroa".
"Con Alsina hemos tenido buena relación es un excelente camarada, justo, estricto y severo".


Víctor Ángel Moukarsel, hermano de una de las víctimas.

“En julio de 1976 fui a llevarle ropa a mi hermano que estaba detenido. Como las visitas estaban restringidas desde el golpe, cuando llegué le entregue la ropa a un guardia y me resulto raro porque percibí una sonrisa burlona en su cara. Luego me enteré que para ese entonces el ‘turco’ ya estaba muerto.”
“Retiré el cuerpo de mi hermano en la morgue, estaba con 30 o 40 kilos menos, con claros signos de haber sido torturado. El panorama en la morgue era espantoso, había como 40 cuerpos en estado de la peor miseria.”
“Luego llevé el cuerpo de mi hermano con el cajón cerrado en una ambulancia hasta Santiago del Estero para evitar el sufrimiento de que mis padres lo vieran así. Estaba en un estado de total abandono.”
“Recuerdo que tuve la bonita responsabilidad de avisarle a mi hermano, en 1975, de la desaparición de su compañera Alicia. Ese fue el día que más triste lo vi.  Él conocía como se manejaba esta gente, sabía lo que podía pasar.”

Luego de este testimonio el Tribunal ordenó un cuarto intermedio hasta el próximo martes 27 de septiembre donde se continuara con más testimonios.

Informe: Natalia Brusa

Testigo acusó a un imputado de asesinar a una detenida

Se trata de Carlos Raymundo Moore, quien declaró por videoconferencia desde Londres. Fue en el juicio oral que se realiza en Córdoba contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos.

Declaró por videoconferencia, desde la Embajada Argentina en Londres, el testigo Carlos Raymundo Moore.  A continuación, algunos tramos de su testimonio:

"El 13 de noviembre de 1974 fuimos detenidas tres personas. Nos capturaron y nos llevaron al D2. Allí nos molieron a palos y empezó la pesadilla".

"El 18  nos llevaron a la escuelita de Unquillo. Fue un loquero, y nos llevaron de vuelta al D2. Luego, a mí y a mi mujer nos sacaron de allí y nos metieron en una ratonera en el barrio Pueyrredón, en una casa de Oropel".

"Encerrado en el baño, esposado y tabicado, presencié dos violaciones".

"Entre el 6 y 7 de abril me escapé y estuve afuera por 24 horas. Luego volví porque tomaron como rehenes a miembros de mi familia. Seguí en ese calabozo durante tres años".

"La única razón por la que esta gente estaba viva en la UP1 era porque estaban legalizados por la causa de Villa María. Mientras tanto  la sacaron a Mónica de la piecita y a patadas la hicieron  abortar en el patio. Yanicelli intervino ahí para que no la mataran".

"En Mariano Moreno yo andaba más suelto, hasta que me fugué el 12 de noviembre de 1980 a Brasil. Me fuí a Naciones Unidas, agarré una máquina de escribir  y empecé a denunciar lo que ocurría acá".

"Yo tengo un registro de 12 policías asesinados por el D2. Incluido el padre de Miguel Robles".

"En la D2 la apaleada fue terrible; las culatas nos pegaban en los pies y en los hombros. El trato era inhumano. Al principio no nos daban nada de comida. Se la habían agarrado un poco más conmigo por la trayectoria que yo traía y porque estaba prófugo. Las prácticas eran el submarino, la picana. A mí me picanearan y me desmayaban. La Cuca Antón la torturaba a mi mujer sin interrogarla, siempre se estaba riendo".

"Una noche  mataron a una pendejita judía, la mataron a patadas y a trompadas. La dejaron tirada en el patio dos o tres horas ahí, y después me  llevaron al calabozo".

"Una noche trajeron a dos muchachos y a una chica ítalo-argentina, y los pusieron en el patio de atrás. A la noche, desde la celda, miré lo que estaba pasando. A la chica le habían arrancado la mitad del cráneo de un escopetazo. El que tiró fue Yanicelli y el otro tiro Sérpico".

"Pregunté qué había pasado, y me dijeron que era una brigadista porque tenía un pullover rojo.  Yo les dije que el guardia Salerno le había puesto a esa chica un pullover de otra detenida, que la chica estaba por averigüación de antecedentes. Yanicelli rompió la escopeta contra la pared y Sérpico se golpeaba la cabeza. Corría el año 76. Hacia frío".

"Osatinsky ocupo el mismo baño en el que a mí me tuvieron encerrado tres meses. El vasco Mendizábal estaba del otro lado. La brigada a veces venía al patio a hablar. Yo los podía escuchar. Habían decidido que lo iban a liquidar y se lo llevaron a la cárcel".

"El vasco logró fugarse. Y ahí sacaron a otros y los mataron. En esa operación estuvo Yanicelli, Flores, Romano, Sérpico y creo que Antón. Toda la Brigada estuvo en eso".

"Después del asesinato de la ítalo-argentina empezaron los crímenes y los secuestros. También pusieron bombas. Se puso peor, los golpeaban más que a nosotros en el 74".

"Mataron a dos chicos y a una chica en el otro patio. Por error y confusión mataron a una chica que estaba por averigüación de antecedentes  en mi patio y me hicieron limpiar a mí la sangre".

"Una vez trajeron a noventa, separaron diez y ellos comentaron que se iban al pozo".

"Una vez que salían de la D2 no volvían. Para mí era un misterio donde iban hasta que me llevaron a La Perla  y ahí me quedó clarito como era la película".

"Ese lugar era nefasto. Los ponían en colchones en el piso y en el sentido de las agujas del reloj iban avanzando, y los que iban  llegando de nuevo a la puerta se iban  en el próximo camión".

"Algunos se trastornaban y me venían a hablar al patio como si yo fuera un confesor, y me contaban que ya no podían tener sexo con sus esposas pero sí con prostitutas".

"Como autores de las violaciones recuerdo al negro chocolate, Exequiel Mendez. Él era uno, con otros dos más que trabajaban para Tisera. Muy ocasionalmente venían al D2. Yo lo ví dos veces porque estaba en el baño".


"El cara con riendas Lucero fluctuaba entre la Brigada 1 de Investigaciones y el grupo de tareas especiales. Se especializaba en las tareas sucias y las bombas las ponía por guita. Se le armó un quilombo porque les puso una bomba a los carniceros".

"No se llevaba muy bien con el Tucán Yanicelli, con Bracamonte, con Bocina. Era el ladero del cabezón Torres. Y había sido ladero con Ezequiel Méndez, a quien lo mató su propia mujer por violador".

"Tissera era el asesor personal de Telleldín. La llegada de Telleldín no sólo fue un cambio de guardia, sino también de estrategia. A parte de ser veteranos torturadores eran veteranos choros, se robaban  guita de los presos".

"En el D2 se vivían cambiando de seudónimos. Si ud. hace una lista de seudónimos, habría como 500 personas, pero sólo había 50".

"Se la agarraban con las mujeres y peor si eran judías. Al marido de una de ellas le hicieron una cruz esvástica, creo que era rabino".

"A Fidelman la violaron terriblemente y la llevaron a UP1, y después me enteré de que “a la judía la hicieron boleta”, así decían. Fue la Brigada de Investigaciones del D2, Yanicelli, Flores, Lucero , el cabezón torres".

"Los tipos estaban tan confiados conmigo que hablaban adelante mío , armaban las bombas  sobre la mesa,  mientras yo les servía mate".

"A Merlo lo expulsaron del D2 y a Romero lo asesinaron y lo tiraron a un potrero con un sticker del ERP. A Taquero de la primera  lo mató el D2".

"Yo no tenía contacto con los prisioneros. No había comunicación entre ellos: al que agarraban cuchicheando los molían a palos".


"Escribía en papelitos para armar cigarrillos  y los pasaba por un correo que me venía a visitar a menudo y que prefiero reservar. Salían en el mismo paquete de papelitos, bien armados. Fueron almacenados durante muchos años, por lo menos en la época más crítica, mientas estaba en el calabozo. Me acuerdo porque lo registré".

"La llegada de Telleldín fue un momento peligroso para mí. Eran puro rencillas, discusiones, empujes entre ellos. A los pocos que quedaban de la escuela tradicional los iban desplazando y despacito fue entrando gente. Tisera, los mafiosos de la Tres A y la policía institucional le empezaba a tener miedo. Además, comenzaron los asesinatos de policías".

"La gente de confianza de Telleldín eran Tisera, Romano, Yanicelli y un entorno muy cerrado de la Brigada de Operaciones. Ahí empezó el terror".

Informe: Natalia Brusa

viernes, 17 de septiembre de 2010

Testimonios con pruebas contra los imputados

David Andelmatten, quien manifestó haber sido golpeado y asfixiado por el acusado Miguel Angel Gómez. Fue en el juicio oral contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos
En esta semana declaró como testigo David Andelmatten, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el último gobierno militar. A continuación, algunos tramos de su declaración.

"En esos años trabajaba en el peronismo de base en Rió Cuarto, que tenía un programa de alfabetización en barrios carenciados".
"En uno de los allanamientos estaba Miguel Ángel Gomez, el principal personaje de la represión en Córdoba. En 1975 allanaron mi casa y yo también me tuve que ir de Río Cuarto".
"La situación se puso muy difícil para mi grupo. Liliana Volver, Clotilde Yercovich, fueron torturadas y violadas por el Gómez. De la violación a Clotilde Yercovich  nació una niña. Clotilde Yercovich está dispuesta a declarar".
"En el año 1976 yo estaba en Córdoba y el 17 de mayo, a las tres de la mañana, una patota militar fue a mi casa. Me pusieron contra la pared y me hicieron preguntas sobre mi militancia. Creo haber reconocido en esa patota al Rulo Acosta. Me acuerdo de ese día porque antes había escuchado muchos disparos cerca de mi casa, y después me enteré de que habían fusilado a los primeros seis compañeros que sacaron de la cárcel".

"El 27 de mayo me secuestraron en el taller de baterías en el que yo trabajaba. Fue la patota del señor Gómez. Me llevaron a informaciones, no me vendaron. Una vez adentro me esposaron, me vedaron y me empezaron a torturar. Principalmente golpes y asfixia, la llamada mojarra. Una toalla en la boca y te tiran agua y te dejan en una situación de ahogo permanente. El que dirigía ese interrogatorio es el señor Gómez".
"Luego de un tiempo, Gómez comenzó a torturar a cara descubierta, ya no le importaba, no tenía ningún reparo en torturar a gente enferma. En el año 1978, poco antes del mundial, me sacaron de la cárcel y me llevaron a Informaciones  D2, que estaba en ese momento en la calle Mariano Moreno. Allí fuí torturado nuevamente por el señor Gómez".
"Lo conocía por su voz, sabía que era él quien me torturaba, su especialidad era la mojarra y los golpes. Esto es algo que me ha quedado de por vida. Sueño con mis torturas todo los días. Eso es lo que me hizo este señor".

"Estaba siempre esposado y vendado, y estuve varios días en Informaciones. Luego fui trasladado a la Cuarta Brigada, donde me hicieron un  simulacro de juicio de guerra. Este señor ha marcado mi vida desde ese tiempo".
"Llegué a la UP1 en noviembre del 1976, después de la gran masacre, cuando compañeros ya habían sido trasladados. Huguito Basso había sido muy torturado en La Perla. Era un pibe de 19 años. Casi lo matan y después lo llevaron a La Rivera. Como no se podía mover lo traía otro compañero alzado. Esa imagen de Huguito  me quedó. Vivíamos en un ámbito de tortura todos los días".

"En 1977 llegó Alberto Pinto. Este muchacho tenía epilepsia. Con la tortura era peor, no coordinaba para comer con el tenedor, no podía caminar. No le daban la medicación. Lo cuidábamos nosotros. Denunciamos su caso a la Cruz Roja Internacional".
"Alberto Pinto fue trasladado con nosotros a La Plata en 1978. Allí, en el calabozo, los guardias  lo mataron a palos durante varios días. Murió lentamente en una clínica luego de una agonía de varios días. Ese caso fue denunciado en La Plata. Los médicos autorizaron la golpiza todos los días".
"Era profesor de historia, tenía 37 años, era un intelectual. Tenía una sonrisa, era como un niño, era una persona buena y lo mataron como un perro, a patadas".

"En la cárcel de Córdoba, el 11 de marzo de 1978, tuvimos una requisa memorable. Entró la Gendarmería y sacó a los compañeros de las celdas y los hizo arrastrar por el piso. Lo hacían ceda por celda y nosotros los veíamos pasar por el pasillo, y sabíamos que eso era lo que nos iba a tocar a nosotros. Se decía que lo hacían porque era el aniversario de la asunción de Cámpora. Era arbitrario, como todas las golpizas. Tenía el objetivo de aniquilarnos física y psíquicamente".
"Yo en esa época tenía 22 años. No tenían contemplación con nada. Vino la Cruz Roja. Yo denuncié todo lo que había pasado. La Cruz Roja conserva en Ginebra una documentación de esto que podría ser de utilidad para este Tribunal. Sería interesante que la Cruz Roja dé esa información".

"Las personas que estaban en la cárcel eran de todo origen . Estaba Jaime Lockman, un empresario de Córdoba. Se decía que estaba allí porque Menéndez quería quedarse con su fortuna.  El no hablaba mucho pero una vez me dijo : ‘Menéndez se quiere quedar con todo lo que tengo’. Estuvo seis años presos Lockman".
"Para todos nosotros, el asesinato de los 30 compañeros de la cárcel fue una presión muy grande. Pensábamos que nos podían sacar en cualquier momento, y cada vez que sacaban a alguien creíamos que no iba  a volver".
"Nos daban muy mal de comer y perdí varios de mis dientes. Me sacaron dos dientes incisivos por el dolor que tenía y no podía dormir".

"El 27 de octubre de 1978 nos trasladaron a La Plata. Nos sacaron temprano, esposados y vendados, en un Hércules. En el avión Alberto Pinto tuvo un ataque de epilepsia y lo ataron al fuselaje amenazándolo con que lo iban a tirar. A otro compañero le patearon la vejiga y se la reventaron".
"Fui liberado en 1979, con libertad vigilada. Me tenía que presentar en la Policía cada tres días. La libertad vigilada terminó en Olavarría. Mi familia tuvo policías de civil vigilándola todo el tiempo. Mi madre salía y sabía que la seguían. Quiero rendir un homenaje a mi familia porque sufrió conmigo y me acompañó"
"En 1980 partí hacia Brasil y de allí pedí asilo político en Suiza , país en el que vivo actualmente".


Asimismo, otro testigo relató detalles de "rastrillajes", allanamientos y torturas
Se trata de Daniel Eduardo Bozano, quien se desempeñaba como chofer del ejército en la época de los hechos investigados. Fue en el juicio oral contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos

En el cierre de la audiencia  declaró como testigo Daniel Eduardo Bozano, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el último gobierno militar.

El testigo relató que su tarea era de chofer de uno de los camiones del ejército con el que se hacían rastrillajes y allanamientos en la zona norte de Córdoba.

A continuación, algunos tramos de su declaración:
“Venían listados de domicilios en los cuales teníamos que realizar allanamientos, los llevaba el oficial que venía conmigo en el auto.”
“Tuve la oportunidad de ingresar a la penitenciaria  en una requisa de las celdas, fue bastante violento, a los golpes. Eso me llamó la atención.”
“Ingresé otra vez al penal para hacer el traslado de presos a la enfermería. También pude notar que fue violenta. El cabo que llevaba a los presos los golpeaba. Esas fueron las dos únicas veces que entré a la cárcel.”
“Una noche estábamos de descanso y nos enteremos que un preso había querido mandar una carta y por eso lo estaquearon. Hacía mucho frió, era invierno. Entonces entraron y lo tiraron al piso, vimos que el teniente Alsina le tiró dos o tres veces baldes de agua, estaba muy frió. Luego de esto se lo llevaron, no le puedo decir adonde.”
“Después de una hora y media  fuimos convocados para llevar el cuerpo de esta persona. Lo cargaron en la camioneta F100 y yo iba en mi jeep. Alsina me pidió que lo llevara al Hospital Militar. Una vez en el hospital, Alsina se bajó y habló con alguien, cuando volvió hizo bajar el cuerpo y el oficial Montes, que era compañero mío y trabajaba en una funeraria, volvió consternado y me dijo que lo habían hecho entrar a un cuarto en construcción y dejar el cuerpo. Contó que se tropezó con algo y al iluminar se encontró con un montón de cadáveres mutilados.”
“Al volver me dijo: ‘no sabés lo que vi adentro, el que trajimos nosotros es una pinturita, está lleno de cadáveres, es un horror’. Luego de esto volvimos junto con Alsina al cuartel. Parece que por la repercusión que tuvo este hecho Alsina fue relevado.”

Luego de un cuarto intermedio declaró el testigo Nº 65 de la causa, Félix Jesús Carranza, ex jefe de la Unidad Penitenciaria 1 entre 1962 y 1991.
Sostuvo que presenció maltratos a los presos especiales, y que en un par de oportunidades vio cuando el personal militar retiraba presas atadas y vendadas que luego no regresaban. “Por comentarios nos enterábamos que había habido un enfrentamiento”, señaló.   En el transcurso de su declaración, añadió que también por comentarios conoció que el teniente Alsina había hecho estaquear a Moukarzel y a la presa María del Rosario Miguel Muñoz.

Informe: Natalia Brusa

martes, 14 de septiembre de 2010

El dictador se hace la víctima

Jorge Rafale Videla pidió la palabra para decir que "se siente intimindado"

Habló durante el juicio por torturas y ejecuciones en la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba y se definió como “un preso político”. Se ratificó la continuidad del juez cuestionado por uno de los acusados.
      

El dictador Jorge Rafael Videla se definió ayer como un “preso político”, denunció que se siente “intimidado”, que teme por su seguridad y la de su familia y consideró que afirmaciones de ex miembros de la organización Montoneros durante un acto en el que evocaron sus tiempos de militancia constituyen “una amenaza a la sociedad de reinstaurar la violencia para lograr fines políticos”. Las declaraciones del ex militar condenado a reclusión perpetua como mayor responsable del genocidio argentino se produjeron durante una audiencia del juicio por torturas y ejecuciones de presos políticos de la Unidad Penitenciaria 1, luego de que el Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba confirmara como integrante al vocal José María Pérez Villalobo, cuya imparcialidad había cuestionado el ex mayor Gustavo Adolfo Alsina, sindicado por varios sobrevivientes como uno de los más crueles torturadores del Tercer Cuerpo de Ejército.

El viernes pasado, según informó el diario La Voz del Interior, un centenar de viejos militantes, incluido el ex jefe montonero Roberto Perdía, se reunieron en el local de ATE en Córdoba para evocar su militancia en los ’70. Perdía y Guillermo Martínez Agüero habrían calificado a Mario Firmenich como “una figura respetable”. “No es el momento para las armas, lo cual no quiere decir que las armas no sean un elemento de poder”, dijo Martínez Agüero, cuñado de Firmenich.

Las declaraciones motivaron a Videla para pedir la palabra desde el rol de víctima. “Perdía y dirigentes de la agrupación terrorista Montoneros (realizaron) una amenaza a la sociedad de reinstaurar la violencia como vía para lograr fines políticos. Esto es muy grave”, advirtió, y anticipó que denunciaría a los septuagenarios por el delito de “intimidación pública”. Videla también apuntó la participación en el acto del secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba, Luis Baronetto, quien declaró como testigo en el juicio, y confesó que se siente “intimidado por la situación que vivo junto a otros camaradas, de ser presos políticos”. Ajeno al paso del tiempo, el imputado Enrique Mones Ruiz pidió a la fiscalía que identifique “a los que estuvieron en el acto”.

La audiencia comenzó con la lectura de la resolución del tribunal que, por voto mayoritario, confirmó al vocal Pérez Villalobo. El ex mayor Alsina lo había cuestionado en base a un supuesto “homenaje” al ex gobernador Ricardo Obregón Cano y a una foto con su familia en inmediaciones del Archivo de la Memoria provincial el último 24 de marzo. Su defensor agregó que el juez juró en 1996 “por las víctimas de Trelew”, en referencia a los presos políticos fusilados por la Armada en 1972. Ante las posiciones encontradas del presidente del Tribunal, Jaime Díaz Gavier, y del otro vocal, Carlos Lascano, la Cámara de Casación Penal designó al camarista Abel Sánchez Torres para que desempate la votación, que finalmente favoreció la continuidad de Pérez Villalobo.

Luego comenzó a declarar José César Magrini, ex médico de la UP1 hasta marzo de 1977, quien recordó que “los presos especiales –denominación que recibían los presos políticos– eran sometidos a un régimen muy duro” tras el golpe de 1976. “Nunca presencié los actos durísimos que ocurrían en la cárcel, pero sí me tocó atender las consecuencias psíquicas y físicas de ese régimen”, reveló. Recordó que debió asistir a detenidos con “golpes, contusiones, trastornos respiratorios y a veces otros cuadros graves”. Contó que los presos que salían encapuchados “volvían”, pero que quienes salían sin capucha “no volvían”, y que de diferenciarlos se encargaba el personal militar, no el penitenciario. Pese a las muertes en “intentos de fuga” que publicaba la prensa “sabíamos que no era así y que los habían matado”, dijo. “Todos sabían qué ocurría. Lo sabían en el Colegio Médico, el Colegio de Abogados, la Iglesia, la sociedad y el periodismo”

jueves, 2 de septiembre de 2010

Confirmación de prisión perpetua para el represor Luciano Benjamín Menéndez



La Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal ratificó el fallo dictado en el año 2008 por un tribunal oral de Córdoba. Se trata de la causa conocida como “Brandalisis”, donde el represor fuera sentenciado por crímenes de lesa humanidad junto a otros ocho acusados.

La Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal confirmó el fallo del Tribunal Oral Federal Nº 1 de Córdoba que, en el año 2008, condenara al ex comandante Luciano Benjamín Menéndez a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, según publica en su portal el Centro de Información Judicial.

Se trata de la causa en la que se investigó el secuestro, desaparición, torturas y asesinato de Hilda Flora Palacios, Humberto Horacio Brandalisis, Carlos Enrique Lajas y Raúl Osvaldo Cardozo, todos ellos militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Además de Menéndez, fueron sentenciados a prisión perpetua Carlos Alberto Díaz, Oreste Padován y Ricardo Lardone.

En tanto, fueron condenados a 22 años de prisión Jorge E. Acosta, Luis Manzanelli y Hermes Rodríguez; mientras que Carlos Alberto Vega recibió una pena de 18 años de prisión.